Durante la última Asamblea del Clúster de l’Energia Eficient de Catalunya tuve ocasión de escuchar a Ferran Tarradellas (representante de la Comisión Europea en Barcelona) hablando sobre el European Green Deal. Su exposición me hizo compartir una reflexión que puso en relieve diferentes ejemplos de greenwashing, tanto en empresas como en administraciones públicas, que considero deberían ser regulados para mejorar la comunicación hacia el ciudadano, y por tanto ayudar a que la toma de decisiones no se vea empañada por verdades a medias, o directamente mentiras.

La disyuntiva que les planteo estoy seguro que la habrán observado durante los últimos años. A la par que existe una demanda social en realizar un consumo más respetuoso con el medioambiente, las empresas, y también los discursos políticos, están acopiando cantidades ingentes de terminología tipo: eco, sostenible, verde, orgánico, carbonnetural… para enfatizar una comunicación vacía, y con una falta de ética para con el ciudadano deleznable. La lástima es que todo esto, en lugar de producir acciones hacia el medioambiente, no nos lleva sino a un tremendo lavado de cara, acrecentando un fenómeno que ya comenté en la entrada dedicada a la COP25, el greenwashing.

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Los productos ecológicos cuando viajan se vuelven poco ecológicos

Un ejemplo que me parece muy paradigmático es la venta de determinado producto de sello ecológico con envíos a todo el mundo. Veo con frecuencia como el directivo de turno se congratula en los medios por la cantidad de países a los que envía un bien que cumple con todos los estándares de producción ecológica, pero sin embargo en su etiquetado no se habla del CO2 generado por el transporte, la huella de carbono producida por el embalaje y por supuesto la desatención total al pertinente residuo generado. En muchas ocasiones además, teniendo en cuenta que los tamaños están estandarizados en cajas, los espacios sobrantes los acabamos rellenando con plásticos que hacen que el residuo aumente de manera exorbitante. El proveedor logístico en la mayoría de ocasiones ni siquiera llega a la última milla en bicicleta, así que olvídense de producto ecológico, porque todo ese proceso ha adulterado ese sello de forma irreversible.

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Representar la empresa es representar los valores de la misma

Hace unos meses me sorprendió mucho que un conocido fuese incorporado como director general a una empresa del sector de energías renovables. Le vi dando un discurso sobre la contribución medioambiental de su empresa al haber ayudado a implantar medidas de ahorro energético, tras la instalación de energía solar fotovoltaica en cubiertas de naves industriales. Hasta aquí de aplauso. Pero lo que les quiero reflejar, es que en este caso, se trataría de uno los ejemplos de greenwashing personal que más estoy observando, pues esta persona viaja siempre con un vehículo de combustión fósil de gran cilindrada, menosprecia el discurso de reducción de huella de carbono de las dietas vegetales frente a las animales, es un fumador que arroja impunemente al suelo su colilla con arsénico, polonio, metanol y alguna que otra sustancia más bien difícil de digerir por el medio ambiente mientras habla contigo, y que hace caso omiso a cualquier política de gestión de residuos o de ahorro de agua.

Considero que a la hora de contratar también es importante tener estos aspectos claros, pues la imagen de nuestras empresas está fuertemente ligada a las personas que trabajan en ellas. Es imposible controlar todo, y en ocasiones la escasez de determinados perfiles en el mercado laboral hace que no podamos elegir, pero en un representante institucional de máximo nivel, creo que deberíamos ser extremadamente cuidadosos para el beneficio de la compañía, y por ende, de la contribución medioambiental.

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Bebidas flotando en la piscina

Más ejemplos de greenwashing personal sería la incoherencia que rezumaba el gerente de una tienda de alimentación, que propone a sus clientes multitud de opciones para realizar compras de cercanía, disminuyendo huella de carbono por transporte y materiales para el embalaje, y que contrastaba fuertemente con las fotografías que subía en Instagram en su piscina climatizada llena de colchonetas de plástico junto con posavasos flotantes hechos de plástico que hacían que el Daikiri pudiese estar flotando en el agua para regocijo de su propietario. Como deducirán por sí mismos, estar implicado con la producción de cercanía y reducción de residuos, mientras a la par darse un baño en una piscina climatizada llena de elementos plásticos totalmente prescindibles, es igual de incoherente que oponerse a una antena por los daños contra la salud, y luego irse a tomar el sol en verano a mediodía.

También me sorprendió mucho la visita que realicé a una persona a la que le tengo una alta consideración por tener unas excelentes cualidades humanas (ayudaba con frecuencia en actividades sociales, tenía un sentido de hacer las cosas de manera justa, de protección medioambiental y compra local) El caso es que un buen día decidió mostrarme sus instalaciones y presentarme a su equipo, y quedé bastante sorprendido durante esa visita viendo la cantidad de plástico de un solo uso que almacenaba: agua embotellada, vasos, cubiertos, platos, cápsulas de café que se vertían a un contenedor común junto con el resto de la basura, envases provenientes de comida para llevar de restaurantes cercanos combinado todo con un uso exagerado del sistema de climatización que hacía que el invierno se pudiera vivir en bañador y sandalias.

Es importante que con independencia de cómo se haya gestionado en el pasado, los directivos den un paso hacia adelante para ir cambiando esto de manera paulatina. Yo mismo recuerdo que me quedé muy impactado de como en mi propia empresa se compraban cantidades enormes de agua embotellada, cápsulas de café y vasos de un solo uso (Todavía hay muchos guardados de aquella época) y que nadie había dicho nada por la inercia generada. Debemos ser promotores de este cambio de forma activa, y si nuestros equipos no lo son, dar ejemplo con nuestras acciones. No hay otra manera.

Photo credit: Franck Michel on Visualhunt / CC BY

Greenwashing en la administración pública

La administración también tiene sus incoherencias, ya cité los casos de las jornadas sostenibilidad servidas con agua embotellada y vasos de plástico de un solo uso. Pero las fiestas son el gran caballo de batalla. Este 2020 se van a librar las ciudades de una generación de residuos enorme debido a vasos de un solo uso, adornos… ¿Pero qué pasará después?

La mayoría de Ayuntamientos de pensamiento “ecologista” suelen quedarse también en las superficie. Posiblemente uno de los mayores focos de generación de residuos (y tambíen de riqueza económica) son las fiestas populares. Renunciar a: confeti, iluminaciones multicolor, sonido estremecedor, pólvora (estoy escribiendo desde el levante español), paellas gigantes servidas en vajillas de un solo uso, propaganda gratuita de usar y tirar, latas de cualquier bebida alcohólica imaginable, venta ambulante de juguetes de plástico, globos… Pero no solo eso, piensen en las costumbres cuando atendemos a una boda o cumpleaños.

Yo mismo ni siquiera se que solución plantearles. La realidad, la quieran nuestros dirigentes ver o no, es que la pieza sostenibilidad no encaja de momento con el concepto de fiestas patronales tal y como las conocemos. Cualquier intento de hacernos creer que somos una administración pública muy comprometida con el medioambiente, y que a la par dejamos vía libre a las fiestas tal y como las conocemos en esta zona de España, es un claro ejemplo de de greenwashing.

Photo credit: Miguel. (respenda) on Visual hunt / CC BY

Ecoturismo que muchas veces se queda solo en la palabra

También el turismo está empezando a cambiar de nombre, ecoturismo, pero sin embargo en muchos lugares no deja de ser simplemente eso, un cambio de nombre superficial y otro ejemplo de greenwashing, pues por desgracia la realidad se parece más a la fotografía que tomaba en estos días en el Parque Natural de las Salinas de Santa Pola en la que alrededor de las lagunas, se acumulan una cantidad enorme de plásticos, bolsas, envases de un solo uso, botellas de bebida, latas, cigarrillos, neumáticos. Residuos como los que ya denunciaba en el Cabo, pero esta vez al lado de la Salina, amén de la presión urbanística a la que están sometidas. En la foto no se aprecia, pero al menos hay 30 flamencos en la laguna amén de una cantidad enorme de aves acuáticas, y sin embargo la basura del pie de foto es repetitiva en todo el perímetro.

salinas de santa pola
Residuos en las Salinas de Santa Pola

Vacas en prados verdes y cerdos comiendo bellotas

Va usted a comprar leche y le aparece una etiqueta de una vaca en un prado. Compra unas chuletas de cerdo y es posible que salga un cerdo retozando feliz en una granja. Lejos de entrar en la polémica de si beber leche de vaca o no, o de comer carne de cerdo o no, mi llamada de atención es hacia la incoherencia del mensaje. Si la vaca nunca ha visto un prado no debería aparecer así en la imagen. Es como si en mis datos de contacto, en lugar de poner que puede usted escribirme a Elche (Alicante), dejase un buzón de Hong Kong, y dijese que somos una empresa asiática a pesar de que todo el equipo está en España.

Photo credit: Franck Michel on Visualhunt / CC BY

Coherencia frente al Greenwashing

Está usted a favor de la transición energética y de frenar el cambio climático pero sigue yendo a comprar sin llevar sus propias bolsas, aunque viva a pocos kilómetros del trabajo se desplaza en coche de manera individual, le encanta subir fotos de sus vuelos con su coffetogo, tiene una bici que usa los fines de semana, pero para ir a comprar al mercado necesita el coche. Dese cuenta que está en una contradicción.

Es realmente complicado. Gente de mi equipo que ha tenido una conciencia medioambiental fuerte no ha hecho nada por cambiar su medio de transporte y compartir coche, es más, en cuanto han tenido un poco de dinero, si no tenían coche, lo han comprado. Yo mismo no soy ejemplo de nada, pero si queremos garantizar una mejora a todos los niveles, debemos proporcionar más transparencia en la información, educación y comenzar cambiando cada día algo. De aquí a 10 años esto será un lugar un poco mejor para la mayoría, que es de lo que se trata.

Mi reflexión es que esta transición no se puede hacer sin perder derechos adquiridos. Y debemos empezar a despedirnos de algunos de ellos ya, a la par que premiar a las empresas y administraciones que antes lo hagan, para eso necesitamos una legislación que ayude al consumidor a distinguir entre los ejemplos de greenwashing citados o los que van por el buen camino.

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